El machismo que no se ve

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Efecto Mariposa

Alguna vez se han preguntado ¿por qué es tan difícil erradicar el machismo? ¿Por qué a pesar de los avances en materia de género sigue habiendo feminicidios, violaciones, trata de personas (en su mayoría mujeres), desigualdad injusta y violencia contra las mujeres? A pesar de que hoy en día contamos con mayores recursos legales y herramientas institucionales, seguimos viviendo en una sociedad machista. Erradicar el machismo no es sencillo, tiene raíces muy profundas y maneras multiformes de manifestarse que, incluso, son difíciles de ver.
Las sociedades machistas están enmarcadas en lógicas patriarcales, donde las estructuras sociales, políticas, económicas, institucionales, pero sobre todo culturales, priorizan al hombre sobre la mujer. Es decir, el machismo es el resultado de un sistema. Un sistema que ha subsistido por años y que ha derivado en prácticas que colocan a las mujeres en una posición de desigualdad (y si no me creen a mí, busquen y créanle a las estadísticas).

La violencia contra las mujeres está sustentada en las estructuras culturales machistas. Es decir, el humor, los chistes que decimos y reproducimos, los refranes y dichos populares, el lenguaje que excluye a las mujeres, el arte, el cine, la literatura, la música, la poesía, la publicidad sexista, la industria cultural y sus estereotipo, la cultura popular y sus prejuicios, la educación sentimental, la forma de hacer ciencia y por lo tanto los resultados de la misma, la religión, la historia y la familia que reproduce las lógicas y prácticas de desigualdad, en fin; en todo eso y más hay un machismo que no se ve, un machismo que está presente pero a la vez ausente. Ausente porque se invisibiliza y cuando se invisibiliza, se normaliza, se acepta y se naturaliza.

El machismo más difícil de ver es el machismo simbólico, ese que ha logrado camuflarse de prácticas y costumbres, de discursos e ideología, de orden natural, de emociones y filosofía.

Erradicar el machismo en México y en el mundo, no es una tarea sencilla, es desarticular un sistema con lógicas muy arraigadas. Si bien es cierto, que hemos avanzado mucho, gracias a los movimientos feministas, también esa cierto que nos falta mucho camino por recorrer. Detectar las manifestaciones machistas en la cultura es nuestro primer y más difícil paso. Del machismo no se salva nadie, ni el hombre más bueno ni letrado, ni las mujeres y ni las propias feministas; porque es la forma de ser y estar que conocimos desde que nacimos. Desarraigarlo de nuestra praxis es una tarea ardua y un proceso necesario pero largo y casi individual. Las instituciones, públicas, privadas y sociales tendrían que ofrecer herramientas de utilidad que abonen a su erradicación. Lo que tenemos hoy día han sido pasos agigantados que se han dado en materia de derechos humanos e igualdad, pero hasta ahora siguen siendo insuficientes. No sólo requerimos de más herramientas legales, sino que requerimos trabajar más en las bases culturales y sociales, pues ahí es donde se sustenta y descansa todo el machismo.

 

 

 

 

 

 

Nancy Ortiz
Educadora y Socióloga
Twitter: @nancyortiz_