No somos mendigos de nadie, Venezuela pagará todo lo que llegue al país: Maduro

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La respuesta a la maniobra de Occidente con las supuestas “ayudas humanitarias” a Venezuela desde el territorio de Colombia no se hizo esperar: Rusia anuncia que enviará 300 toneladas de medicamentos de alto costo a Venezuela y que dicho cargamento entrará directamente por el Aeropuerto de Maiquetía en Caracas.

“No somos mendigos de nadie”, recalcó Maduro, confirmando que Venezuela paga y pagará todo lo que llegue al país para satisfacer las demandas y necesidades del pueblo venezolano. En ese sentido, Nicolás Maduro acaba de desarticular la maniobra occidental que intentaba hacer pasar por “ayuda humanitaria” una operación de sentido para instalar que en Venezuela hay un estado permanente de calamidad.

Los envíos provenientes de Moscú dejan mucha tela para cortar. En primer lugar, queda claro que Rusia empieza tomar cartas abiertamente en el asunto de Venezuela, como veníamos adelantando en artículos anteriores. Junto a China, Rusia tiene enormes intereses en que Venezuela sostenga su soberanía nacional y pueda participar de la construcción de orden mundial multipolar que Beijing y Moscú vienen construyendo pacientemente.

Putin y Xi Jinping saben perfectamente que una hipotética caída de Venezuela frente a los Estados Unidos podría significar mucho más que la apropiación por parte de los yanquis de la primera reserva mundial de petróleo, la tercera de oro, del coltán y de otras riquezas que son abundantes en el territorio del país de Bolívar. En realidad, el establecimiento de un gobierno títere encabezado por Juan Guaidó o cualquier otro personaje financiado y dirigido por la CIA podría representar la consolidación de la hegemonía estadounidense en todo el subcontinente sudamericano. Y eso los rusos y mucho menos los chinos no pueden permitir que pase.

El orden mundial unipolar que los Estados Unidos impusieron tras la caída del muro antifascista de Berlín y la posterior disolución de la URSS y del campo socialista en el Este nunca estuvo tan discutido y tan cerca de hacerse añicos como en estos momentos. Con sus tropas retirándose de Medio Oriente sin obtener muy buenos resultados, la derrota en Siria y el impasse en Ucrania, queda claro que los Estados Unidos ya no tienen el músculo que solían tener hace una o dos décadas para imponer su voluntad en todas partes.

Y esa debilidad de la que este año dejará de ser la primera potencia económica del mundo es bien conocida tanto en Beijing como en Moscú. De hecho, el advenimiento del BRICS entre Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica fue un ensayo general del proyecto de orden mundial multipolar. Aunque haya aparentemente quedado en la nada tras la caída del gobierno nacional-popular de Brasil en el 2016, el BRICS ha dejado importantes sedimentos. Países como China, India, Rusia e Irán ya aceleran acuerdos bilaterales para potenciar mutuamente sus economías prescindiendo del dólar norteamericano en todas sus transacciones, lo que en sí es un durísimo golpe a esa moneda como equivalente universal.

Es básicamente por eso, por una cuestión de no permitir que los Estados Unidos vuelvan a fortalecerse ahora que empiezan a declinar fuertemente, que las potencias emergentes del Este no pueden permitir que Venezuela caiga y pierda su soberanía a manos de los yanquis. Justo ahora que Washington empieza a perder un aliado estratégico e histórico como Turquía y hasta ve algunas complicaciones en Arabia Saudí —donde creían tener la vaca totalmente atada—, hacerse del control en Venezuela como base para imponer otra vez la Doctrina Monroe sobre toda América Latina sería un repunte del orden unipolar que China y Rusia no quieren.

Con información de La Batalla Cultural.