Alí Chumacero, un orfebre de la edición

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Luis Chumacero precisó que su padre sólo hizo observaciones editoriales a la obra de Juan Rulfo, sin cambiar el estilo
Un brillo incandescente se desprendía no solo de los versos herméticos, perfeccionistas y antipopulares de su pluma, sino de una honestidad y carisma que lo diferenciaban de su lírica sombría y melancólica. La construcción poética de Alí Chumacero (1918-2010), basada en la metáfora y en un lenguaje sensorial, dan cuenta de la obra de un artista inconmensurable que todavía está por ser descubierto, pero también de un editor que cumplió su labor sin extravagancias.

En el marco de la campaña “Contigo en la distancia”, la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Literatura, recuerdan este 9 de julio al editor, ensayista, traductor y poeta a 102 años de su natalicio.

Para el escritor Carlos Martínez Platas, el autor de Páramo de sueños (1944) tuvo que dejar su labor creativa como poeta para ofrecer sus habilidades literarias a la edición de ejemplares, mediante un trabajo de orfebre en la redacción de solapas, pero también de discursos, pláticas, conferencias, ensayos y prólogos, “que también son todo un arte”. Añade que tiene un libro interesante que se llama Los momentos críticos (1987) y una serie de ensayos breves, “por eso es importante la contribución que hace”, afirma en entrevista.

Martínez Platas refiere que luego de la publicación de sus únicos tres poemarios, Alí Chumacero siguió escribiendo poesía breve para sus ensayos de literatura y arte. No obstante, comenta que el autor de Imágenes desterradas (1948) también era valorado por su honestidad, la que se demostró cuando le fueron confiadas grandes obras de escritores como Octavio Paz y Juan Rulfo durante su trabajo como editor en el Fondo de Cultura Económica (FCE).

“Estos trabajos no se le dan a cualquiera, sino a gente honesta, para que no existiera el temor, digámoslo diplomáticamente, de que hubiera influencia en propia obra. Él los enriqueció, fue enriquecimiento mutuo”, agrega.

Respecto a la aportación de Alí Chumacero a Pedro Páramo (1955) y El llano en llamas (1953), su hijo Luis Chumacero rechaza las versiones de que el autor de Palabras en reposo (1956) haya corregido sustancialmente las obras cumbre de Juan Rulfo.

“Cuando le pregunté sobre la historia de Páramo y que todo mundo opinaba, me dijo que él corrigió algunas palabras que no se entendían en toda la República, no me preguntes cuáles eran. Te voy a poner un ejemplo medio absurdo: en Guadalajara tú pones —en un relato— que el señor Juan Pérez se metió a una tienda y salió con su vestido; en partes de la República te van a decir: ‘pues si no es mujer’. Entonces le cambió unas palabritas, nada más”, señala.

El también escritor reveló que, en una charla, su padre le contó que previo a la publicación de El llano en llamas habló con el escritor jalisciense solo para pedirle que ordenara los cuentos del afamado libro: “Observaciones editoriales, pero eso es un fenómeno universal: tú haces un índice y a lo mejor el editor tiene otra visión y te dice: ‘no, mejor pon este cuento aquí’, esa es toda la magia; le habrá cambiado una palabra. La gente pensó que le había cambiado el estilo, para nada”, comenta.

El autor de Casa llena (1976) refirió que las cuatro grandes influencias de Alí Chumacero fueron los franceses Stéphane Mallarmé y Jean-Paul Sartre, el británico T. S. Eliot, y el mexicano José Gorostiza, aunque también era un asiduo lector de la Biblia y de la literatura clásica: “Si estuviera aquí conmigo me diría: ‘oye hijo, ¿y (Francisco de) Quevedo en dónde lo dejas, o el Mio Cid, La Celestina o Shakespeare?´”, acota en su charla telefónica.

Poeta multipremiado

Alí Chumacero nació en Acaponeta, Nayarit, el 9 de julio de 1918. Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Fue director fundador de la serie SEP-Setentas, subgerente del Departamento Técnico y gerente de Producción del Fondo de Cultura Económica (FCE), cofundador de la revista literaria Tierra Nueva, director de Letras de México y asesor técnico del Consejo Mexicano de Escritores.

Con solo tres libros publicados, Alí Chumacero cosechó 18 galardones y reconocimientos, entre ellos el Premio Xavier Villaurrutia 1980, el Premio Internacional Alfonso Reyes 1986, la Medalla de Oro Bellas Artes 2003, el Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde 1999, el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines-Gatien Lapointe 2003 y el Premio de Poesía del Mundo Latino Víctor Sandoval 2008.

Fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua (desde 1964), del Pen Club Internacional, del Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA) como creador emérito y del Seminario de Cultura Mexicana. En 1997, la Fundación Alica de Nayarit renombró su Premio Nacional de Poesía en honor de Alí Chumacero.

Con información de Secretaría de Cultura.