La imaginación, elemento esencial en Juan Rulfo para crear El llano en llamas, Pedro Páramo y Cartas a Clara

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Con una obra literaria conformada por el Llano en llamas (1953) —17 relatos considerados obra maestra de la producción cuentística— y las novelas Pedro Páramo (1955) —la más importante novela moderna mexicana— y el Gallo de oro (1956-1958), adaptada para el cine, el escritor jalisciense Juan Rulfo logró el reconocimiento internacional.

La obra del autor fallecido el 7 de enero de 1986, a los 69 años de edad en la Ciudad de México, es pieza fundamental en la literatura mexicana y referente para escritores mexicanos y de otras latitudes.

A Pedro Páramo, novela que aún es objeto de análisis de críticos e investigadores literarios, se suma otra pieza de carácter epistolar: Cartas a Clara, la cual contiene 81 cartas que el escritor envió a Clara Aparicio y que integran la otra faceta de la vida de Juan Rulfo y Clara Angelina.

Entre la obra de Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, conocido en el mundo literario como Juan Rulfo, ésta fue traducida a varios idiomas, por lo que al surgir en 1953 el texto El llano en llamas con 17 relatos, fue considerada una obra maestra de la producción cuentística.

Dos años después, el autor jalisciense dio a conocer Pedro Páramo, obra que marca el final de un proceso que ocupó al escritor años y que demuestra toda la riqueza y diversidad de su formación literaria. Entre 1956 y 1958 escribió su segunda novela, El gallo de oro, la cual fue publicada hasta 1980.

Los inicios

Rulfo surge como escritor en 1940 con el texto Un pedazo de cielo, fragmento de El hijo del desaliento, el cual se da a conocer hasta 1959 en la nueva época de la Revista Mexicana de Literatura.

Después de El llano en llamas y Pedro Páramo, publicó los textos El día del derrumbe que apareció en el suplemento México en la Cultura; La presencia de Matilde Arcángel, incluida en Cuadernos Médicos y en la revista Metáfora, mientras que Un pedazo de noche apareció en la Revista Mexicana de Literatura.

La temática de su obra gravita entre la guerra, el despojo y la orfandad, producto de la violencia de la Revolución y el movimiento cristero que le tocó vivir en las comunidades de tradiciones arraigadas donde pasó su infancia.

A los seis años sufrió la muerte de su padre y cuatro años más tarde, la de su madre, por lo que su educación tuvo muchas interrupciones. De esta forma, del Colegio de las Josefinas pasa al Orfanato Luis Silva de Guadalajara y de ahí al seminario. Una vida difícil e itinerante.

Aunque el registro de sus movimientos entre 1934 y 1939 son vagos, los puntos de referencia de sus estadías son Jalisco y la Ciudad de México, donde en el Colegio de San Ildefonso asiste a las conferencias de personalidades como Antonio y Alfonso Caso, Vicente Lombardo Toledano, el filósofo Eduardo García Máynez y, sobre todo, el historiador del arte Justino Fernández, entre otros intelectuales de la época.

En este sentido, la amistad que Rulfo entabló con el poeta Efrén Hernández en 1937 fue fundamental y probablemente una guía en su escritura, además de que le enseñó a corregir y depurar textos.

En esa época surge su interés por la fotografía, por lo que legó alrededor de seis mil negativos. Igualmente, la literatura, la historia y la antropología las estudió en forma autodidacta.

Se gesta Pedro Páramo

En el transcurso de 1947 se instala definitivamente en la capital del país y en una carta que envía a su novia, Clara Aparicio Reyes, le informa que quiere escribir una novela, por lo que se cree que la gestación y redacción de Pedro Páramo le llevó por lo menos siete años, de junio de 1947 a julio de 1954.

El cine también reconoció el talento de Juan Rulfo. En 1956 trabajó con Juan José Arreola, además de ser guionista de Emilio El Indio Fernández. En 1960 se filmó la película El despojo basada en una idea del escritor. Cuatro años después El gallo de oro –su segunda novela- adaptada por Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez, y dirigida por Roberto Gavaldón. La película El rincón de las vírgenes la dirigió Alberto Isaac en 1972, en una adaptación de los cuentos Anacleto Morones y El día del derrumbe, incluidos en los relatos de El llano en llamas.

Como editor, su labor más importante fue la que realizó en el Instituto Nacional Indigenista con una colección de antropología contemporánea.

Entre las distinciones que recibió por su obra destaca el Premio Xavier Villaurrutia (1956) por la novela Pedro Páramo; Premio Nacional de Ciencias y Artes en la categoría Literatura (1970); Condecoración General Miranda del gobierno de Venezuela y Premio Jalisco (1979).

En abril de 1980 fue objeto de un homenaje nacional por parte del INBAL para el que, además se montó una exposición sobre el escritor, se editó el libro de fotografía Juan Rulfo. Homenaje nacional y la Orquesta Sinfónica Nacional estrenó una composición que el director de orquesta Blas Galindo le dedicó al autor de Pedro Páramo, por lo que fue el primer artista vivo en recibir tal distinción.

Ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua en 1980, en 1983 se le entregó el Premio Príncipe de Asturias. Asimismo, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) le otorgó en 1985 el Doctorado honoris causa.

Con información de Secretaría de Cultura.