Freud y Schiele

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Los avances que Sigmund Freud realiza en la investigación de la mente, del inconsciente y de los procesos de la elaboración onírica entre finales del siglo XIX y principios del XX, marcarán un antes y un después en el modo en que se concebía la psique humana de forma unánime en Occidente. El mundo de los sueños y su interpretación mediante la psicoterapia harán posible desvelar los más problemáticos mecanismos de comportamiento tanto de la vigilia, como de la vida durmiente.

A continuación, veremos de qué manera pueden dialogar la singular obra del pintor Egon Schiele con la teoría psicoanalítica de Freud –ambos pertenecientes a la Viena de entre siglos– en un contrapunto argumental que intentará servirse de ambas producciones, a fin de abordar la representación visual pictórica desde el terreno del inconsciente y del sueño como realización de deseos.

Al señalar la líbido o deseo sexual, presente desde la infancia, como fuente principal para la formación del matrial onírico, Freud establece un nuevo orden de pensamiento que incomodará a la escena contemporánea del momento. Sus análisis de la vida durmiente definen los sueños como «realización (disfrazada) de un deseo reprimido» (Freud, 1899a), en los cuales hallar la génesis de variadas patologías mentales.

La figura de Egon Schiele emerge en el seno de la decadencia, durante los años en que Klimt era el faro que guiaba los embates últimos de la Modernidad. Su genio precoz y la pulsión que le impulsaba a la pintura y al dibujo harán de él una figura única para el arte de comienzos del siglo XX. La cercanía a Klimt y la influencia de su estilo pictórico dotarán la obra de Schiele de un fuerte y original poder expresivo; además, ésta incluye características del modernismo vienés como ahondar en las profundidades de la psique humana y la curiosidad por el sexo.

En la etapa de residencia en Krumau, Schiele profundiza sobre los aspectos relativos a la niñez utilizando modelos infantiles que rondaban su entorno. La extrema fragilidad que muestran los cuerpos desnudos de trabajos como Seated nude girl, 1910, Girl with striped stockings, 1910, o Three Street urchins, 1910, nos hace pensar en el recuerdo que el pintor tenía de su reciente paso por la infancia. Al mismo tiempo, la ausencia de connotaciones sexuales en los cuadros donde aparecen varones permite retrotraernos a su obsesión respecto de la sexualidad femenina desde temprana edad. Las posturas extremas de los cuerpos y el sexo que se explicita cada dibujo con presencia femenina, ponen de manifiesto el abandono por parte de Schiele de las convenciones a la hora de representar el desnudo.

En los cuadros mencionados convergen el deseo y la sexualidad explícita, en consonancia con la vulnerabilidad de los cuerpos y la fragilidad de la niñez –eterna lucha entre Eros y Thánatos–. En la génesis del proceso onírico, el material psíquico de las ideas latentes presenta estrechas referencias a los recuerdos de la infancia a través de variadas situaciones visuales –sueño-pintura: amabas representaciones afines al régimen de la visualidad–, lo cual fue una novedad de suma importancia a la hora de repensar la conexión entre la vida del niño y el erotismo.

Siendo, según Freud, el amor uno de los pilares de la cultura, la experiencia del «amor sexual (genital) asegura al ser humano las más intensas vivencias de satisfacción» (1930) (c), al mismo tiempo que la pérdida del objeto amado ocasiona las desdichas más dolorosas. La influencia de la excitación sexual se revela determinante sobre el contenido de los sueños y conforma un punto fundamental en la teoría que Freud establece para la génesis de aquellos que provienen de estímulos orgánicos.

Los estímulos que Schiele recibe y desencadenan su actividad parecen susceptibles de ser interpretados acorde a algunos de los presupuestos de la teoría del psicoanálisis que mencionamos; tal es así, que la excitación sexual que determina el contenido de los sueños, puede ser de igual manera la fuente para producciones del artista, como señala Freud (1930):

“Las pasiones que vienen de lo pulsional son más fuertes que unos intereses racionales.”

Todo ello aparece constantemente desarrollado de forma orgánica y psíquica en la obra de Schiele a través de la erotización de los cuerpos femeninos: véase, por ejemplo, en Seated woman with elbows on knees, 1914. En el dibujo, la modelo mira tranquilamente al observador con los genitales al desnudo; el color rojo que marca las zonas erógenas del pezón y de la boca, junto con la ausencia de decorado que conduce toda nuestra atención hacia la figura erotizada, nos deja entrever sin prejuicios las fuerzas instintivas que originan tal composición, y que a la vez podrían tener su origen en deseos sexuales reprimidos durante la vida infantil.

Seated woman with elbows on knees

La mayoría de los sueños de los adultos son dependientes de deseos eróticos, en los cuales aparece la represión de instintos sexuales a través de distintos mecanismos de censura:

“El contenido ideológico que nos produce angustia o terror fue en su día un deseo y sucumbió después a la represión”.
Freud, 1899

La vigilia resulta ser el despertar de la censura que pone a salvo los pensamientos de la vida diurna y en Egon Schiele lo hace a través de su práctica pictórica.

Una vez llegados a este punto, donde venimos analizando la sexualidad en la obra de Schiele sirviéndonos de las herramientas que aporta el psicoanálisis freudiano, conviene tener presente cómo:

“Ningún instinto ha tenido que soportar, desde la infancia, tantas represiones como el instinto sexual en todos sus numerosos componentes, y de ningún otro perduran tantos y tan intensos deseos inconscientes, que actúan luego durante el estado de reposo provocando sueños”.
Freud, 1899

El contenido del sueño se divide en ideas latentes y contenido manifiesto. Este contenido manifiesto que podemos asociar a las imágenes pictóricas, es una versión de las ideas latentes –las cuales nos son perfectamente inteligibles y determinan el contenido manifiesto–. En cierto sentido, el fenómeno del desplazamiento, que parte de una censura o de un estado de represión, está implicado en la deformación del material onírico.

Su hermana Gerti, objeto de los afectos del pintor en sus tempranos años de vida, del cariño y del deseo sexual inconscientes, es la pieza clave que se esconde tras el fenómeno del desplazamiento en la obra de Schiele. Las modelos, niñas frágiles y delgadas, desnudas, apenas entradas en la pubertad, aparecen como una sustición de la figura de Gerti –aquella hermana de años atrás que despertó en él, por desplazamiento de la figura materna, los primeros impulsos sexuales–. Todas ellas tienen una edad semejante a la que Gerti tendría cuando Schiele pierde a su padre. Las escenas de lascivia, de masturbación explícita (Reclining girl, 1910), de deseo y también de soledad, de distancia de la mirada, de tensión (Girl nude with folded arms, 1910), nos muestran a Gerti o a sus figuras análogas como una sustancia imperfecta y a la vez idealizada del objeto deseado.

Este régimen de representación visual que emplea el fenómeno onírico del desplazamiento, nos permite considerar a las niñas que posan en Krumau para la elaboración de múltiples obras de arte como personas sustitutivas de la hermana mayor de Egon Schiele. El deseo sexual hacia su hermana, el cuadro como realización del deseo reprimido –y por ello como producto psicopatológico– y la angustia que genera ese desplazamiento al censurar, parten del simbolismo onírico al que se accede mediante la interpretación de los sueños. Las obras comentadas de Schiele son la realización consumada de esos deseos que despertó durante la niñez en su sexualidad la figura de Gerti, y la teoría psicoanalítica nos ha permitido esclarecer.

Con información de Historia del Arte.