Por la violencia, aumentan trastornos mentales en jóvenes de México

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Los trastornos mentales han ido en aumento en el país, principalmente en los jóvenes, advirtió el doctor Eduardo Ángel Madrigal de León, director general del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz. Los determinantes sociales se han vuelto más poderosos que los genéticos para desarrollar enfermedades mentales, y en particular destacó el tema de la violencia.

El abuso sexual, el abuso físico y la violencia familiar son factores determinantes para el deterioro de la salud mental en los jóvenes, apuntó. Por ejemplo, casi un 30 por ciento de las personas que han sufrido abuso sexual desarrollan depresión y trastorno de estrés postraumático.

Actualmente, explicó el psiquiatra y maestro en psicoterapia, son cinco los principales trastornos que se padecen: ansiedad, de afecto, consumo de sustancias, conductas disruptivas y trastornos alimenticios.

En áreas afectadas por conflictos, el porcentaje de depresión, ansiedad y estrés postraumático aumentan, agregó el doctor Madrigal. Y citó un estudio realizado en Cuauhtémoc, Guerrero –uno de los estados más afectados por la criminalidad–, que encontró que un 9 por ciento de los varones, 15 por ciento de las mujeres, 10 por ciento de los niños y el 14 por ciento de las niñas presentan síntomas de depresión debido a la violencia, desnutrición, pobreza y orfandad que viven en su entorno.

Con estos resultados, explicó el director general del Instituto Nacional de Psiquiatría, se genera una barrera del desarrollo del capital social, se retrasa el desarrollo económico y se imposibilita reducir la pobreza, ya que en las áreas afectadas por conflictos el impacto permanece a largo plazo.

Durante su participación en el foro “México Unido por la Salud para todas las Personas”, explicó que el sector salud necesita seguir aportando para construir un modelo escalonado de atención a la salud mental, que no permanezca paralelo al sector salud, sino insertar estos servicios de atención en el primero, segundo y tercer nivel de atención. Ello, desde una perspectiva con derechos humanos, para que las personas con algún trastorno mental tengan su autonomía y capacidad jurídica a salvo.

Artículo publicado por Contralínea.