Destruye violencia estructural bienestar social de Quintana Roo

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Eduardo De Luna/ Quadratin Quintana Roo

SOLIDARIDAD, QRoo, 26 de agosto.- El estado de Quintana Roo desayunó este miércoles con una amarga noticia y la imagen de un niño de 13 años asesinado, amarrado de las manos, con el rostro cubierto a un costado de un camino en un paraje del municipio de Benito Juárez.

El hecho cimbró la conciencia de todas las personas que lo vieron o se enteraron e, inmediatamente, algunos medios de información circularon la versión criminalizante de que este menor de edad participaba junto con su padre en actividades ilícitas, revictimizando el hecho y poniéndole la pesada loza del crimen organizado a un menor que debería estar jugando futbol con sus amigos, en la playa con sus hermanos o quejándose de que las clases por televisión le aburrían.

Pero no.

Fue asesinado a sangre fría posterior a un secuestro de varios días.

Este hecho de violencia directa o visible, es apenas la punta del iceberg de un problema más complejo que de acuerdo con el sociólogo Johan Galtung al contextualizar la violencia en un esquema de triángulo, está compuesta por tres factores: violencia directa, violencia cultural y violencia estructural.

La violencia directa son los hechos que se reseñan cada día en las notas policiacas de los medios de comunicación: asesinatos, asaltos, violaciones, por mencionar algunos, pero en este artículo abordaremos el tema de la violencia estructural, esa que, al ser negada sistemáticamente por las autoridades, contribuye a impedir que se pueda superar el estado de insatisfacción actual (empleos mal pagados, imposibilidad de acceder al uso y beneficio de los recursos públicos mediante programas sociales, por poner dos ejemplos) y también, la violencia cultural, esa que legitima las acciones antisociales que destruyen el bienestar social en Quintana Roo.

Para la socióloga Ida Izozorbe, la violencia estructural avanza silenciosamente en Quintana Roo, ya que los programas sociales no han sido funcionales: muy pocos proyectos en desarrollo y sobre todo, un desinterés de la autoridad por llevarlo a cabo en un destino turístico tan importante como Benito Juárez, donde está Cancún.

“Por desgracia los chicos van creciendo en un clima de violencia y no se les presenta otro panorama, no encuentran otro tipo de oportunidades, digamos que la reproducción de la violencia se ha vuelto cultural, y va ahora de generación en generación, situación que hay que parar ya de manera urgente”.

Aunado a esto, la violencia cultural, la que legitima estos actos violentos, se reseña diariamente en medios, según refiere la maestra en derecho Nicte Nayeli García Acevedo, coordinadora de Atención a la Niñez, Adolescencia y Discapacidad de la Comisión de los Derechos Humanos en Quintana Roo.

“Lamentablemente cuando se emiten noticias como en el caso de este niño, algunos medios de comunicación manejan cierta información que muestra una discriminación sistemática, una violencia estructural y estigmatizan, porque según leí en una nota que se publicó, tampoco sé si se tenga la certeza de que efectivamente los hechos son tal y como lo narran, que papá y mamá se involucraron con el crimen organizado y, por ende, el niño es responsable también y que por dedicarse a realizar este tipo de actos cometieron el homicidio en su contra”.

La especialista dijo que representantes de medios de comunicación deben conocer sobre el tema de interés superior de la niñez, para que en el momento de emitir o de elaborar alguna nota tomen en consideración esos aspectos y así evitar precisamente lo que se está dando: la revictimización, esa violencia estructural que está removiendo de alguna manera.

“Sí sería importante que reciban esta capacitación para ser objetivos al momento de emitir alguna nota que afecte obviamente a niñas y niños”, precisó.

Quintana Roo y en especial Benito Juárez han sufrido una oleada de violencia constante durante los últimos años y al momento, no se vislumbran programas para lograr descender los altos índices de criminalidad, por el contrario, las acciones gubernamentales parecen más enfocadas a sancionar a ciudadanos y por eso se habla de violencia estructural, por poner un ejemplo, la recién formada unidad de la policía para vigilar faltas al reglamento relacionadas con la pandemia de Covid 19, en lugar de fortalecer los sistemas de salud y campañas de promoción para orientar la conducta ciudadana, es violencia estructural.

“El término violencia estructural es aplicable en aquellas situaciones en las que se produce un daño en la satisfacción de las necesidades humanas básicas (supervivencia, bienestar, identidad o libertad) como resultado de los procesos de estratificación social, por tanto, no hay la necesidad de violencia directa. El término violencia estructural remite a la existencia de un conflicto entre dos o más grupos sociales (normalmente caracterizados en términos de género, etnia, clase nacionalidad, edad u otros) en el que el reparto, acceso o posibilidad de uso de los recursos es resuelto sistemáticamente a favor de alguna de las partes y en perjuicio de las demás, debido a los mecanismos de estratificación social” (Wikipedia).

Ante esta situación, es importante el análisis objetivo del contexto que vive Quintana Roo y Benito Juárez para identificar esta problemática y resolverla, por parte de las autoridades y así evitar asesinatos de menores.