#MeToo: ni linchamiento ni revictimización

El #MeToo surge en 2017 en EU como parte de las denuncias que actrices de Hollywood hicieron contra el productor Harvey Weinstein por delitos sexuales.

En días pasados, #MeToo México cobró relevancia, en virtud de las denuncias que a través de este hashtag se hacían respecto a posibles delitos sexuales en diferentes ámbitos, por ejemplo, se crearon el #MeToo escritores, periodistas, académicos y músicos.

El caso más polémico, por su lamentable desenlace, fue el de Armando Vega Gil, quien luego de ser acusado de manera anónima a través de la cuenta #MeTooMusicosMexicanos por una mujer que narró haber sufrido acoso sexual a los 13 años por parte del músico, decidió suicidarse, dejando una carta en la que negó las acusaciones.

“Es correcto que las mujeres alcen la voz para hacer que nuestro mundo podrido cambie. Es un derecho inalienable el de la denuncia, sobre todo para las mujeres de este país y del mundo entero”, escribió Gil.

Este tipo de situaciones nos invita a reflexionar sobre estos movimientos, su importancia, el debido proceso y la presunción de inocencia.

Es indudable que las mujeres en México sufren algún tipo de violencia a lo largo de su vida, según datos de la ENDIREH 2016: “el 49% sufrió violencia emocional, el 41% fue víctima de agresiones sexuales, el 29% sufrió violencia económica o patrimonial y el 34% manifestó haber experimentado agresiones físicas. Además, no olvidemos que en México diariamente se mata a 9 mujeres”.

Sin embargo, hacer este tipo de denuncias anónimas, en una red social, sin ir de la mano de un procedimiento judicial, puede desvirtuar la trascendencia del tema, tergiversar sus objetivos y banalizar su intención.

Asimismo, resulta peligroso porque puede ser usado inclusive por hombres, enemigos o adversarios como un medio para la venganza, el revanchismo o el linchamiento público, además de violar la presunción de inocencia y debido proceso, en un país con tantas fallas en el sistema judicial. Y además, lo tortuoso que es tratar de denunciar y acudir a un ministerio público que sólo revictimiza, es por esto que muchas mujeres deciden hacer una denuncia anónima.

La creación de #MeToo México nos enseña: primero, que en todos los ámbitos de la vida pública y privada, las mujeres pueden ser víctimas de algún tipo de violencia. Segundo, que la violencia ya no será tolerada y normalizada por ciertas mujeres, y digo ciertas, porque intragénero hay mujeres que siguen viendo la violencia como normal y no pueden alzar la voz. Tercero, que debemos sensibilizarnos, concientizarnos y reeducarnos en una cultura más igualitaria, en la que entendamos “no es no”, y no entender el no, como un “no, pero ruégame”, “no, pero insísteme” “no, pero sí quiero”, el no es no.

Se debe de trabajar con mujeres, pero también con hombres, porque ellos también viven esta cultura machista, patriarcal, en la que no pueden llorar y tienen la carga de ser proveedores. En una cultura en la que decir “damita, reinita, niñita, etcétera” no es visto como un micromachismo.

No nos convirtamos en un tribunal inquisidor y tampoco revictimicemos a las víctimas, mejor vayamos al fondo, a las causas estructurales, al origen del #MeToo.

Desde aquí mi solidaridad a #MeToo México. Lo sucedido debe servirnos como una lección para mejorar, pero nunca para callar voces.

Con información de Excélsior.

#MeToo#MeTooMúsicosMexicanos
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