La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, anunció este lunes que su gobierno alcanzó un entendimiento con Estados Unidos para reprogramar la entrega de agua comprometida en el Tratado de 1944, evitando así una liberación masiva del líquido en diciembre que consideró inviable. El acuerdo, logrado el viernes 12 de diciembre, establece la liberación de 249.163 millones de metros cúbicos de agua a partir de la semana del 15 de dicho mes.
Acuerdo evita sanciones comerciales
El anuncio se produce luego de que el presidente estadounidense, Donald Trump, acusara públicamente a México de violar el tratado bilateral y amenazara con imponer un arancel del 5% a los productos mexicanos si no cumplía con la entrega “de forma inmediata”. La presión comercial llevó a negociaciones urgentes para definir un nuevo calendario.
Sheinbaum detalló que la contraparte estadounidense exigía la totalidad del agua en diciembre, pero se argumentó que no era viable físicamente y podría tener consecuencias negativas. “Se explicó que no era viable físicamente y podría traer consecuencias si se entregaba en tan poco tiempo”, precisó la mandataria durante su conferencia matutina.
La sequía condiciona el cumplimiento
La presidenta subrayó que el acuerdo no compromete una mayor cantidad de agua de la que corresponde a México o de la que no se disponga. Enfatizó que la falta de cumplimiento en el ciclo actual se debió a condiciones climáticas, no a una negativa. “Se hizo énfasis en que no es que no hayamos querido entregar el agua, sino que no ha llovido suficiente”, afirmó.
El tratado se revisa por periodos quinquenales. Sheinbaum adelantó que en las próximas semanas se determinará el mecanismo para compensar el volumen de agua no entregado en el quinquenio que concluye. El nuevo esquema, según dijo, vinculará las entregas futuras a la cantidad de lluvia registrada en cada periodo, buscando mayor flexibilidad ante la sequía.
Un tema de seguridad hídrica y diplomacia
El entendimiento mantiene la vigencia del Tratado de 1944, un acuerdo fundamental para la gestión binacional del agua en la cuenca del Río Bravo. Sin embargo, expone la creciente presión sobre los recursos hídricos compartidos en una región vulnerable al cambio climático. El acuerdo pospone, pero no resuelve estructuralmente, la tensión entre los compromisos treaty y la disponibilidad real de agua.
La solución negociada evitó, por el momento, la imposición de aranceles comerciales, desescalando un conflicto que habría impactado la economía bilateral. Ambas partes acordaron seguir reuniéndose para la gestión del siguiente ciclo quinquenal.
Fuente: La Jornada
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