“Toda mi vida fue de violencia”: testimonio

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Hago un recorrido de mi vida hacia atrás y llego a la conclusión que toda mi vida fue de violencia.

“Mi papá quería un varón y la primera que llegó a la familia pues fui yo, una mujer, entonces mi mamá era violentada porque no había traído un niño al mundo”.

“Mi papá la agredía mucho y mi mamá me platicó que una vez, él me tomó de la mano, de donde pudo me agarró y me tiró al río. Fui a caer en una poza de agua y de ahí me fue a sacar mi mamá, era un bebé, tan solo un bebé, me platicó mi mamá”, compartió a Excélsior Reyna Sánchez Cruz.

A sus 65 años, Reyna, recordó los episodios de violencia que vivió por el hecho de ser mujer.

Solo pudo estudiar hasta quinto año de primaria porque su papá la sacó de la escuela, y de su natal Oaxaca, la llevó a trabajar en las labores domésticas de una casa en la Ciudad de México, donde su progenitor cobraba el sueldo por ella.

“Cuando llegué a esa casa a trabajar, viví otro tipo de agresión porque sin que me dijera, ni me explicara nada, mi papá me dejó y se fue. Entonces me quedé solita con desconocidos en una casa que nunca había visto. Pasó el tiempo y mi papá solo venía a cobrar lo que yo trabajaba y no me daba nada”, relató.

Sin estudios, Reyna Sánchez Cruz, dedicó su vida a trabajar apoyando en el aseo de casas y oficinas, hasta que conoció a su esposo, quien al principio fue cariñoso y un padre amoroso para sus dos hijos, pero con el paso del tiempo, todo cambió.

“Empezó a tener amigas a escondidas de mí. Y conmigo se enojaba por todo. Así llegaron los golpes, me golpeaba muy duro, me quedaban las marcas en la mera cara”.

“A diario eran las palabras feas, muy feas y yo me las creía. Y solo lloraba y todo le aguantaba, porque me dolía mucho, que para él nunca dejé de ser una mierda, una vasca, así me decía, una vasca, era como él me llamaba”, confió.

Cuando sus hermanos se enteraron de la situación, le aconsejaron dejara a su marido, pero Reyna no tuvo el valor de hacerlo y vivió más de 18 años padeciendo violencia doméstica, -física y psicológica- hasta que apoyada por sus hijos ya adolescentes, tomó la decisión de separarse.

“Aunque la situación fue empeorando, yo no podía o no quería sacarlo de la casa. Y todos se daban cuenta de los maltratos, de los golpes, pues los moretones se me veían”.

La verdad fueron mis hijos, quienes ya crecidos, me apoyaron mucho para dejarlo, porque se dieron cuenta de quién era verdaderamente su padre. Incluso comprobaron que estando casados, él salía con otras mujeres”

“Así aunque fue muy difícil, muy difícil, con el apoyo de mis hijos, me armé de valor y también empecé a hacer manualidades para venderlas y hacerme de algo de dinero y seguí trabajando”.

“Hoy ya lo puedo platicar e incluso puedo decir que ya perdoné a mi exmarido, además ya nos divorciamos. Pero sinceramente, al recordar todo lo que sufrí, me duele mucho haber padecido tanto maltrato, por tanto tiempo”, explicó.

Actualmente, Reyna sigue trabajando y se convirtió en capacitadora de adultos mayores para ayudarlos a desarrollar una vida plena y sin violencia de ningún tipo.

Apoya también a mujeres víctimas de violencia, estudia la secundaria y con muchos sueños por cumplir, como abuela, pasa el mayor tiempo posible con su nieta, con quien comparte, la importancia de ser respetada y amada.

“Ahora lo tengo muy claro, los seres humanos, nosotras las mujeres, somos libres, no nacemos con la pareja, ni nacemos cuando la pareja nos llega. Tomando mi caso, les digo a las mujeres que no podemos crear codependencia, aunque no tengamos dinero, debemos hacer la lucha”.

“En mis capacitaciones yo les digo, nadie nos debe de maltratar, ni el marido, ni los hijos, ni nadie y si hoy tuviera a mis papás, no permitiría que mis papás me lastimaran, porque ahora se bien que, cada día debo aprender a respetarme, a hacer que me respeten. Debo aprender a quererme, a vivir plenamente, sin insultos y sin golpes”.

“Hoy estoy segura, que sí se puede vivir sin violencia, por eso quise ayudar a otras mujeres, para que no sufran, lo que yo sufrí durante casi toda mi vida”, enfatizó Reyna Sánchez Cruz.

Artículo publicado por Excélsior.